viernes, 22 de febrero de 2013

Cuestión de actitud


Hace unas semanas hemos empezado en el CIPE con nuestra serie de talleres dirigidos a aquellos de vosotros que acabáis de terminar la carrera o estáis ya a punto de hacerlo y vais a empezar a buscar trabajo. Desde siempre hemos intentado que nuestros talleres del “aula permanente de empleo” sean sobre todo motivadores y que os ayuden a iniciar esa búsqueda de empleo con buen ánimo y actitud positiva. Pero quizá ahora, en estos tiempos en los que hay más demandantes que ofertas de empleo, tengamos que prestarle más atención a eso que llamamos “ACTITUD”.
Cuando terminamos la carrera estamos en disposición de realizar bien nuestro trabajo, somos aptos para un determinado puesto, tenemos la capacidad o facultad para realizar adecuadamente una tarea. Es decir, tenemos APTITUD.
Pero la cosa cambia cuando hablamos de nuestra ACTITUD. En este caso ya no se trata de nuestra capacidad, sino de nuestra forma “real” de actuar, de nuestro comportamiento a la hora de hacer las cosas, de nuestra disposición mental, de nuestro estado de ánimo, de nuestra motivación. En definitiva representa nuestra forma de adaptarnos al entorno, de asumir las cosas que nos pasan.
Y en tiempos como los que nos está tocando vivir, en los que todo el mundo se queja de todo, podemos dejarnos llevar por esas noticias no muy optimistas y caer en una actitud negativa frente a la búsqueda de empleo. ¡Y entonces sí que de verdad no encontraremos nada!
A lo largo de toda nuestra vida tenemos que ir tomando decisiones frente a las circunstancias. No podemos dejar que la suerte nos lleve de su mano, tenemos que coger nuestras riendas y actuar. Si me equivoco no pasa nada, pero si no decido, si no hago nada, no avanzaré. Y es fundamental la actitud que tomemos antes esas situaciones. Podemos progresar, lanzarnos a por todas o asustarnos y dar un paso atrás. La decisión es solo tuya.
La aptitud se desarrolla con la formación (y esa ya la tienes conseguida). Pero la actitud se desarrolla con el ENTUSIASMO, que es el verdadero motor de nuestro comportamiento. Quien está entusiasmado con algo, se esfuerza y muestra una actitud positiva ya que tiene un objetivo por cumplir.
En la búsqueda de empleo, la aptitud sin actitud no sirve de nada.
Si quieres, cambia entusiasmo por motivación y piensa: ¿Tienes un motivo para buscar empleo? ¿Tienes una razón para no dar un paso atrás? ¿Cuál es tu actitud?

viernes, 15 de febrero de 2013

Atrapad@ en mis errores




<< Cuentan que una vez un peregrino se encontró a lo largo de su viaje con tres hombres que marchaban en sentido contrario. Los tres hombres iniciaron juntos un largo viaje a pie, llevando consigo dos sacos en sus cuellos, uno lo cargaba al frente y el otro en la espalda. Al preguntarles qué contenían los sacos estos le explicaron que en ellos guardaban aquellas cosas que querían conservar. El primero de ellos le relató: “En el saco de atrás llevo todo cuanto de bueno me han dado mis amigos y familiares. Fuera de la vista, y al poco tiempo pasa a ser olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han ocurrido. Y durante el camino, me detengo con frecuencia, saco las cosas del saco que tengo más visible y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas”.
El segundo hombre le conto: “En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.”
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: “El saco que llevo al frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco que, lejos de ser una carga, me ayudan a avanzar. Por la otra parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse los errores, las lamentaciones, las equivocaciones, los problemas sin solución, todo lo malo que escuché de los demás, así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo . Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto”>>

Esta fábula me sirve para introducir el tema sobre el que versará nuestra entrada de esta semana en blog del CIPE “los errores”. Porque lo que está claro es que todos cometemos errores, pero sin duda alguna esta es la mejor forma de aprender. Si no, echemos la vista atrás, ¿cómo aprendiste a andar, hablar, a montar en bici, a multiplicar,…?. Los errores nos ayudan a avanzar, a cambiar, a plantearnos las cosas de otra manera, por lo tanto en principio habría que pensar que son positivos. Además ha habido grandes errores a lo largo de historia que han aportado consecuencias positivas, nuevos hallazgos y avances en la humanidad; como por ejemplo: “El científico escocés Alexander Fleming, que en 1928 investigaba la gripe. Se dejó una placa de un cultivo con la bacteria staphylococcus en la mesa de su laboratorio y se fue durante dos semanas de vacaciones, olvidándose por completo. Cuando regresó comprobó que el cultivo se había contaminado con un hongo, este moho azul-verdoso había infectado una de sus placas Petri, y había matado a la bacteria staphylococcus que cultivaba en él. Había descubierto ¡el antibiótico!”
La cuestión problemática de este tema, estaría en el cómo se interpretan y valoran estos errores. Como señala la historia, cada persona es responsable y elige cómo interpretar los errores que comete a lo largo de su vida. Se pueden arrastrar a lo largo de toda la vida, dándole vueltas constantemente, pero sin llegar a ningún fin, ni resultado provechoso. También se puede tratar de olvidarlos, pero no conseguirlo y cargar con ellos constantemente, porque no se han resuelto. Y como tercera opción, darle la importancia que merecen y aprender de ellos, dejaran de ser una peso y se esfumarán de nuestra vida al estar solventados. Está claro que la mejor elección sería esta última, porque como ya hemos comentado los errores nos sirven de aprendizaje, nos hacen más seguros e invitan a la evolución. Por lo tanto si todo son ventajas y parece tan sencillo ¿por qué no lo hacemos?
Es fácil, cuando cometemos un error aparecen sentimientos de culpa, de inseguridad, de miedo, además de las consecuencias negativas que en principio nos sobrevienen, vamos, un sufrimiento, del que ser humano huye. Con lo cual la actitud ante esta situación en general es no correr riesgo, no probar nada nuevo, no salir de la zona de confort por miedo al fracaso, a equivocarse. Y si ya lo hemos cometido, en la mayoría de las ocasiones nos limitamos a lamentarnos, a sentirnos inseguros, a coger esa experiencia como negativa y no valorar lo positivo que podemos extraer de ella. Por todo lo dicho, considero que deberíamos probar a cometer errores, a aceptarlos y a gestionarlos.
Podríamos proponer como primera medida a tomar el admitir el propio error, y asumir las consecuencias de éste, sobre todo si afecta a otras personas. Para pasar a buscar y valorar la enseñanza que te aporta esta equivocación, si somos capaces de encontrar la moraleja de nuestro error, lo que estamos haciendo es cambiar una vivencia negativa a una experiencia de aprendizaje. Lo último sería perdonar este error y pasar página, si todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad nosotros mismos también. No debemos olvidar echarle a esta receta dos ingredientes esenciales para ese logro: la constancia y perseverancia.
Como sucede en casi todos los aspectos de la vida es cuestión de entrenamiento, de hacerlo siempre, de crear un hábito. Al principio será costoso, tendremos una actitud negativa, con sentimientos de culpabilidad, frustración, miedo, etc. Pero poco a poco se irán transformando y lograremos reutilizar esta experiencia no positiva como algo beneficioso para nuestro crecimiento personal, profesional y sobre todo para mejorar nuestra autoestima.
¡Así es que, solo es cuestión de comenzar a ponerlo en práctica!

“Las equivocaciones son los portales del descubrimiento" (James Joyce)



jueves, 7 de febrero de 2013

Buscar empleo es tener un sistema

Un universitario que termina los estudios habrá pasado por las diferentes etapas del sistema educativo a lo largo de los últimos 20 años. Desde que un alumno se incorpora a la educación infantil tiene totalmente claras y delimitadas sus obligaciones. El curso está dividido en trimestres o cuatrimestres, con sus correspondientes periodos de vacaciones; los cuatrimestres en meses, estos en semanas de lunes a viernes y las semanas en días. El alumno, cada día que se levanta, tiene absolutamente claro lo que tiene que hacer en cada momento: desayunar, ir a clase, estudiar, hacer exámenes, realizar prácticas, presentar trabajos... En definitiva lo tenemos todo perfectamente planeado o, más bien, nos lo dan todo hecho. Este esquema se repite sistemáticamente, estemos hablando de una alumna de infantil con 3 años o de una universitaria de 23. Todo el mundo lo sabe, todo el mundo lo asume y todo el mundo tiene claro que es la mejor manera de llegar a buen puerto en los estudios.
El problema viene cuando esta alumna concluye sus estudios y se plantea buscar empleo. Parece como si la perfecta organización en la que ha vivido inmersa en las últimas décadas se viniera abajo y tuviera que replantearse lo que debe de hacer. Y en parte es así. Los años de estudiante se diferencian de los de trabajo profesional en la autonomía. El estudiante, que hasta el momento lo ha tenido todo organizado, debe tomar las riendas de su destino y aprender a planificar para lograr su objetivo. Y este no es otro que su éxito profesional.
Pero si hay un tema en orientación que nos cuesta hacer comprender a las personas que buscan empleo es precisamente que necesitan un sistema. Y no cualquiera, sino un nuevo sistema organizativo propio en el que todo encaje milimétricamente. La búsqueda de empleo debe ser adaptada a cada persona, sistemática a la hora de repetir actividades, modificable en función de los resultados que se van obteniendo y organizada de manera que no quede lugar a duda de la efectividad del método.
Además buscar empleo debe ser un sistema que encaje perfectamente en la vida de la persona que busca empleo, con un planning organizado en el que cada minuto y cada hora tenga un sentido y esté ocupado por una actividad determinada, sea esta la consulta de ofertas, la elaboración de candidaturas, la búqueda de información, la gestión de contactos o la formación (o autoformación). Y no sólo actividades enfocadas al empleo, sino también aquellas que se desarrollan habitualmente en la vida de cualquier persona y que hacen que se sienta integrado socialmente. En este sentido nos referimos al trato con las personas que nos rodean, el ocio o las actividades lúdicas de cualquier tipo. El objetivo está claro: levantarnos sabiendo cuales van a ser las actividades que vamos a realizar ese día y acostarnos con la conciencia de que las hemos convertido en realidad. De esta manera el sentimiento de autoestima y de evolución positiva en la consecución de objetivos crece exponencialmente. Lo contrario equivale a que lo más probable sea que pronto aparezcan las dudas, la ansiedad y el desánimo, generalmente con el primer revés sufrido y a las primeras de cambio.
Muchas veces los usuarios de servicios como el nuestro tienen la errónea percepción de que simplemente estamos para enseñarles a elaborar un curriculum, superar unas pruebas psicotécnicas o realizar convenientemente una entrevista. Esto sólo son actividades aisladas en la búsqueda de empleo, destrezas que adecuadamente desarrolladas pueden hacer mejorar la posición en el mercado de la persona que busca empleo. Pero realmente el éxito no se encuentra en ellas propiamente dichas, sino en la integración de las mismas en un sistema. Es decir un plan sencillo, ágil y eficaz, que poco a poco va tomando la forma de las necesidades del individuo y le hacen estar más seguro, tanto de lo que tiene que hacer como de sus posibilidades.
Si aún no tienes un sistema, y te dedicas más bien a la busqueda ocasional y desordenada de empleo, esperamos que esta entrada te haga reflexionar. Si ya lo tienes y no te funciona debes ir pensando en hacer retoques. No existen los sistemas estáticos, y menos aún los infalibles, para buscar empleo. Los mismos deben ser adaptados a cada persona, a cada entorno y a cada momento. En el CIPE estamos siempre a tu disposición para ayudarte a mejorar el tuyo.