Hace muchos años que en todos los servicios en los que de una manera u otra nos dedicamos a la orientación laboral, sabemos que uno de los objetivos es convencer a nuestros usuarios de los beneficios de establecer prioridades en su carrera profesional. Tener un objetivo profesional significa tener claras las habilidades y competencias propias, conocer las posibilidades que aportan las mismas en el mercado de trabajo y saber hasta donde se puede (y quiere) llegar. Ello facilita que la persona que busca empleo diseñe las estrategias más convenientes y evalúe los resultados en función de las expectativas. Para cualquier orientador, que un usuario sea capaz de identificar correctamente y de manera firme su objetivo profesional es casi un sueño. Más de la mitad de su trabajo estará hecho y sólo tendrá que ayudar a dicha persona a adecuar las estrategias, de manera objetiva, a las realidades que pretende conseguir.
Lástima que la mayoría de las veces nuestro usuario no vaya más allá de responder a la pregunta: “¿En qué quieres trabajar?”, con un lacónico (y deprimente para el orientador, todo sea dicho): “En algo de lo mío”. Y eso es en nuestro caso, que sólo tratamos con usuarios universitarios, y por ello muy cualificados. No obstante tampoco son infrecuentes en nuestro ámbito respuestas como: “En lo que sea”, “en lo que salga” o directamente “no lo se”. En esta tesitura no hay ninguna estrategia que plantear, ya que las pretensiones son tan vagas e inconsistentes, que nos obligan primeramente a trabajar en aras de discernir cual es ese objetivo profesional.
El primer paso para llegar a algún sitio es saber a donde queremos llegar. Si no tenemos claro a dónde vamos podremos pasarnos la vida viajando, y ser más o menos felices, pero nunca llegaremos a ningún sitio de manera consciente. En eso se resume el concepto de “objetivo profesional”. Pero además hay que tener clara una cosa: los objetivos se pueden modificar, adaptar e incluso eliminar, siendo sustituidos por otros nuevos. Y digo otros porque es posible que no haya solo uno, sino varios. Es un concepto dinámico que se va adaptando a lo largo de nuestra vida profesional. Pero ocurra lo que ocurra con él, y esto es lo importante, toda actividad que realicemos tendrá sentido en todo momento porque estará enfocado a nuestro objetivo final. No estaremos haciendo nada simplemente “por hacer”, sin rumbo ni sentido.
Hay muchas definiciones sobre lo que es el objetivo profesional, pero tal vez la que más me convence sea aquella que dice que es la zona común intermedia que queda entre todo lo que se hacer, todo lo que me gusta y todo por lo que me pagan. Considero que es la más realista de todas, pues interpreta la mayoría de necesidades que son imprescindibles para que una persona se desarrolle y realice como tal.
Uno de los mayores problemas que se pueden observar al desarrollar objetivos profesionales en orientación suele ser el miedo al fracaso. Muchas veces se comprenden los beneficios de establecer objetivos, pero se rehúye la decisión por miedo a no ser capaz de lograrlos, no responder a las expectativas que generamos en nosotros o en los demás o simplemente tener miedo de afrontarlos. Superar estas barreras es absolutamente imprescindible; y saber que los objetivos son dinámicos y pueden ser modificados suele ayudar bastante. Si somos realistas, tanto con nuestras capacidades como con el mercado al que nos enfrentamos, no debe haber temor que no pueda ser superado bien de manera individual o con la ayuda de la orientación.
Te pregunto a ti, universitario recién titulado en busca de tu primer empleo: ¿Te conoces a ti mismo?, ¿Has pensado en qué tipo de trabajo te sentirás más a gusto?, ¿Has reflexionado sobre lo que estás dispuesto a aceptar para trabajar en una empresa?, ¿Estás informado sobre qué sectores tienen más posibilidades en los próximos años?, ¿Sabes qué puedes aportar a una empresa?, ¿Conoces cuáles son tus ventajas competitivas en el mercado respecto a otros compañeros?. Esa y otras muchas preguntas son las que conforman nuestro objetivo profesional.
Si lo tienes, enhorabuena. Estoy seguro que estás mucho más cerca de alcanzar tu meta. Por una parte no perderás el tiempo con tareas que no tienes muy claro a donde te llevan, y por otra no te surgirán dudas acerca de cómo afrontar el futuro. Ello te permitirá concentrar tus esfuerzos en lograr esa meta que tanto ansías.
Si no lo tienes, no te preocupes. Te recomiendo que te pongas a concretarlo. Por parte de cualquier servicio de orientación en general, y del nuestro en particular, tendrás todo el apoyo necesario para que lo logres. Pero tal vez debas hacer una tarea previa a determinar tu objetivo profesional: convencerte a ti mismo de su utilidad. Sólo hay una cosa peor a no hacer algo, y es hacer algo sin tener claro el porque lo hacemos.
Un problema añadido que vendrá a continuación de la determinación del objetivo profesional es el de cómo transmitir al mercado este objetivo y como puede ayudarnos su difusión en nuestra red de contactos. Dejo marcada esta cuestión para una próxima entrada en este blog.
También es posible que no estés de acuerdo con la utilidad de concretar objetivos profesionales. Si es así deja aquí tu opinión.
viernes, 20 de noviembre de 2009
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