miércoles, 27 de marzo de 2013

La felicidad puede ser contagiosa


El día 20 marzo fue el 1º Día Internacional de la FELICIDAD, fecha escogida por Naciones Unidas, tras la celebración el año anterior de una cumbre sobre el tema y donde se adoptó recientemente una resolución llamando a dar más prioridad en los planes políticos y económicos a la felicidad y el bienestar.
Para rendirle nuestro propio homenaje y darle la importancia que se merece, he decido dedicarle esta entrada en nuestro blog.
Comenzaré diciendo que a primera vista parecería paradójico que estando en un momento histórico donde poseemos un índice de esperanza de vida de 69,64 años como media mundial, (teniendo en cuenta las diferencias entre las distintas zonas del planeta), la más alta a lo largo de los siglos; donde la tecnología dispone de los recursos más avanzados, la investigación ha alcanzado los mayores logros en todos los sectores de la vida y los avances en salud han progresado de manera vertiginosa, etc. Es decir, a nivel general podría parecer una situación proclive a ser enormemente felices, pero como dijo Bertrand Russell “el ser humano debería ser feliz, si bien la gran mayoría no lo es” al considerar que disponía de los recursos básicos: salud y alimentación para serlo; existe un porcentaje altísimo de gente infeliz. Y claro pensareis que es lógico con la situación económica que vivimos, pero para que os hagáis una idea de acuerdo con la OMS, los trastornos depresivos ocuparon el tercer lugar en la causa de carga global de enfermedad en 2004 y llegarán al primer lugar en 2030. Además en el año 2006 el 47% de la población española trabajadora padecía estrés (CIS) y en el 2007 la tercera parte de la población estadounidense lo sufría (APA).
Pero planteémonos: ¿Qué es la felicidad? Lo que es cierto es que es un concepto difícil de definir, y en general parece estar vinculada a que según la interpretación que el individuo haga de esta, seremos más o menos felices. Eduardo Punset habla de “La felicidad es un estado emocional activado por el sistema límbico en el que, al contrario de lo que cree mucha gente, el cerebro consciente tiene poco que decir” lo que nos puede llevar a plantearnos que es una cuestión interna. Mientras que Martin Seligman la plantea como “La verdadera felicidad, deriva de la identificación y el cultivo de las fortalezas más importantes de la persona y de su uso cotidiano en el trabajo, el amor, el ocio y la educación de los hijos” (2003, “Authentic happiness”).
En 2012 se realizó un informe sobre la felicidad mundial,” Word Happines Report” elaborado para la ONU por la Universidad de Columbia. Esta investigación mide la felicidad basándose en ciertas variables sociales, cercanas a los cinco elementos claves que propone en su definición de felicidad el padre de la psicología positiva M. Seligman. Se tuvieron en cuenta aspectos como las emociones positivas, los ingresos económicos, estabilidad laboral, la salud mental, la salud física o la confianza en la comunidad (libertad de expresión, igualdad social, confianza en las instituciones, participación social y política, etc.). Los resultados obtenidos, nos muestra una concepción de la felicidad diferente a la que cabía esperar, situándose en las posiciones más elevadas aquellos países que protegen y cuidan en sus políticas estos elementos, encontrándose en los primeros lugares países como Dinamarca, Finlandia, Noruega, seguidos de Australia o Canadá. A diferencia de grandes potencias económicas como Alemania, Japón o Rusia, aparecen en posiciones muy por debajo, es decir, que nos deja claro que el dinero no lo es todo, no da la felicidad.
Entonces tras todo lo dicho ¿se está feliz o se es feliz? Pues desde nuestra modestia opinión deberíamos tratar de ser felices, apoyándonos en la idea de valorarlo como algo más duradero y prolongado, como un estado de bienestar; y no como pequeños momentos esporádicos y fugaces, que llevan a esa búsqueda constante y anhelada felicidad.
Realmente nadie puede dar recetas mágicas, pero sí se puede cultivar ese estado de bienestar y satisfacción personal, que nos haga felices. Nosotros os proponemos:
  • Vive el HOY: Disfruta de lo que tienes/vives cada día, porque el presente es lo real. No vivas añorando un pasado que se fue y ansiando un futuro que tendrá que venir, sin saber que nos deparará.
  • Plantéate propósitos: Es crucial saber hacia dónde vamos y qué hacemos, o lo que es lo mismo, qué aportamos y cómo nos sentimos con esto. Fijar cual es nuestra “misión en nuestra vida”. Hazte esta pregunta “¿Para qué me levanto cada mañana?”
  • Sé tú mismo: No es cuestión de transformarse en la persona que nunca has sido, sino de aceptarnos tal y como somos. Detecta tus fortalezas y explótalas en beneficio de tu bienestar.
  • Crece personalmente: Alguien me dijo un día “Cada mañana me digo cuando me levanto: tu objetivo del día es aprender algo nuevo y atreverte hacer algo que no hayas hecho nunca”. Evoluciona, introduce pequeños cambios en tu vida, apórtate experiencias que te hagan crecer, aprende constantemente, etc. Las metas se consiguen con la acción.
  • Fomenta las relaciones: Estar en un grupo, pertenecer a una asociación, tener amigos, aumentar los conocidos, nos hace sentir bien y además fomenta nuestro equilibrio psicológico y emocional.
  • Ten el control de tu vida: Fomenta aquello que te haga sentir bien (deporte, bailar, hobbies, expresa emociones, relaciones personales,…), potencia las competencias en las que eres bueno/a, valora tus habilidades, etc., No te dejes hundir ante el menor contratiempo, analízalo y utilízalo como aprendizaje en el futuro. Creando un estado de equilibrio entre lo negativo que pueda tener tu vida y lo que te satisface y agrada, asumiendo las dos opciones como parte de tu vida.
Esta comprobado que siendo feliz uno trabaja y rinde mejor en cualquier actividad que se proponga, nos aporta salud, equilibrio psicológico, provoca contagio en los demás, cohesión social,…El ser feliz es responsabilidad de uno mismo, no depende de lo que hagan los demás para lograrlo, y que para cada persona la felicidad se representa de una manera distinta. Por ello debemos empezar a ser felices, con el objetivo de cada día ser un poco más. Sin importarnos el tiempo que nos lleve. Porque realmente la felicidad es levantarse cada mañana, sabiendo que queda todo un día para alcanzar lo que se quiere. “Casi todas las personas son tan felices como deciden serlo” (Abraham Lincoln) 

viernes, 8 de marzo de 2013

Cuestión de (des)igualdad

Hace 102 años que se celebró la primera convocatoria del Día Internacional de la Mujer Trabajadora y no fue un 8 de marzo, sino 11 días más tarde el 19 de marzo. Y pocos días más tarde, el 25 de marzo, una trágica coincidencia dio más protagonismo a las reivindicaciones que se pretendían con la celebración. Ese día 140 costureras inmigrantes perecieron en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, en un incendio causado por las lamentables condiciones a las que estaban sometidas: nada mejor para garantizar que cumplían el horario que cerrar las puertas con llave. En aquella época la legislación laboral en Estados Unidos y en el mundo brillaba por su ausencia, pero si encima tenías la mala suerte de ser mujer e inmigrante tu posición era insignificante.
Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero curiosamente los países en los que celebró aquella primera edición (Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza) siguen yendo un paso por delante en lo que se refiere a integración social de la mujer en Europa. Tuvieron que pasar muchos años hasta que en 1977 la Asamblea General de la ONU proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
Evidentemente el hecho de que haya que declarar un día para recordar los derechos de la mujer ya indica que hay una discriminación. Y aunque se van haciendo avances la situación de la mujer en nuestro entorno sigue siendo peor que la del hombre. Motivos no nos faltan para recordarlo, a pesar de que el censo deja claro que somos iguales: 50,6% de mujeres en España, frente al 49,6% de hombres. La historia de la presencia social de la mujer es un cúmulo de más y menos:
  1. Menos oportunidades. En muchas sociedades atrasadas de África, América o Asia el nacimiento de una hija es una desgracia, mientras el nacimiento de un hijo es un hecho que se celebra con júbilo. La discriminación empieza en la cuna. En países supuestamente desarrollados como el nuestro, y a pesar de que han cambiado mucho las cosas, el jefe del Estado debe seguir siendo varón, salvo que este no exista. Al parecer, esto tampoco debe de ser considerado importante: 35 años no han sido suficientes para modificar el artículo 57 de nuestra Constitución que habla de la sucesión, mientras que un mes fue suficiente en 2011 para modificar el artículo 135 acerca de la estabilidad presupuestaria.
  2. Más emprendimiento. Según el último informe de la OCDE  las mujeres españolas emprenden más y mejor. La proporción de mujeres autónomas con empleados es de 3.5%, la tercera más alta de la OCDE. Sin embargo, cómo no, las mujeres trabajadoras por cuenta propia ganan un 36% menos que los hombres de media.
  3. Menos trabajo. Según los últimos datos de la EPA el desempleo de las mujeres es del 26,55% frente al 25,58% de los hombres. Pero si desglosamos por nivel formativo, y tomamos a los más cualificados, veremos que la brecha aumenta mucho más: 12,80% de los hombres frente al 16,07% de las mujeres. A más formación, más oportunidades; pero si eres mujer, no tantas.
  4. Más formación. La mujeres estudian más y por regla general obtienen mejores resultados, pero la utilización de estos conocimientos suele ser menor por el entorno que las rodea. El 54,1% de los estudiantes universitarios son mujeres y su presencia es mayoritaria en todas las ramas, excepto en las técnicas. Y encima aprovechan mejor la universidad: el rendimiento de las mujeres en los títulos de grado y máster supera en diez puntos porcentuales al de los hombres: el 71,4% frente al 61,8%. Curiosamente, en cambio, no llegan a representar el 17% del total de cátedras de universidad.
  5. Menos representatividad en puestos directivos. Según el mismo informe de OCDE, sólo hay un 34% de mujeres en puestos directivos y sólo ocupan un 10% de puestos en consejos de administración de empresas que cotizan en bolsa. La Ley Orgánica 3/2007 de igualdad efectiva entre hombres y mujeres establecía un objetivo del 40%. Demasiadas horas en el trabajo, propias de los puestos directivos, son incompatibles con la multitarea tradicional de la mujer. Y no sólo es en la empresa o la universidad, en el propio Gobierno sólo hay 4 mujeres, del total de 13, y en las Reales Academias la presencia de mujeres no llega al 10%.
  6. Más tareas. Es la idea del "todo en uno". Se entiende que una mujer desarrolle su carrera profesional, siempre y cuando siga asumiendo sus tareas familiares. La conclusión es que si quiere trabajar debe multiplicarse para poder llevar la casa, el trabajo y el resto de lo que venga.
  7. Menos sueldo. Según datos del INE de 2012 el salario medio anual, las mujeres es un 22% menos que los hombres: 19.502 euros frente a 25.001 euros. Obviamente mucha parte de culpa la tienen las concesiones que las mujeres hacen en favor de la familia.
  8. Más violencia. España no está ni mucho menos entre los peores países en este ámbito y aún así el 95% de las ordenes judiciales de protección son para mujeres. Para conocer el resto de los datos de violencia sólo hay que prestar atención a diario los medios de comunicación.
Ser mujer u hombre no es una elección, pero la tarea de la igualdad es una tarea de todos. Con estos datos podemos asegurar que en pleno siglo XXI ser mujer sigue sin ser fácil. Así que enhorabuena a todas vosotras. Os animamos a que visitéis la web oficial de Naciones Unidas del día de la mujer, donde encontraréis las múltiples iniciativas que con más o menos éxito se están siguiendo en el mundo.
También os dejamos un video sobre este día que ha lanzado hoy mismo la multinacional norteamericana Kronos, que consideramos refleja perfectamente la situación actual. Está en iglés, pero afortunadamente nuestras mujeres ahora también hablan idiomas...Y por si os lo estáis preguntando, deciros que esta entrada la ha escrito un hombre :-)
 
 

viernes, 1 de marzo de 2013

Haz que la gente hable de ti (aunque sea mal)

Cuando el universitario comienza a vislumbrar que queda poco para concluir los estudios empieza a dedicar tiempo a la elaboración de herramientas que le permitan dar el el salto al mercado de trabajo. Se le presta mucha atención al curriculum y a todos los escritos que lo acreditan, como pueden ser los títulos, justificantes y otros documentos que informan de una trayectoria determinada, un curso de posgrado concreto o unas prácticas especificas que tienen que ver con la formación. El futuro candidato se preocupa excesivamente de las fechas, los nombres de las actividades y las entidades por las que ha pasado. Y la importancia es relativa, porque en cualquier proceso de selección importa más el contenido que la forma. Nos explicamos: cualquier empresa lo que demanda no son decenas de justificantes, sino más bien pruebas concluyentes de lo que pone en el curriculum y de los resultados que se han obtenido en las diferentes actividades desarrolladas. Y si estas pruebas vienen avaladas por gente que te ha dirigido mejor, mucho mejor.
Un aspecto al que se le suele dedica escasa atención son las referencias y las recomendaciones. Partamos de la base de que las conductas pasadas predicen las conductas futuras: esta es la idea con la que se trabaja en las empresas. Si eres capaz de demostrar cómo has sido anteriormente, las probabilidades de tu contratación aumentarán exponencialmente. En otros países europeos resulta crucial el disponer de cartas que hablen sobre el candidato. ¿Quien las redacta?. Puede ser un profesor con el que has colaborado, un empresario para el que se ha trabajado, el supervisor de una entidad en la que se realizó un voluntariado o un tutor de proyecto prácticas. De hecho en muchos sitios no entienden que se presenten candidatos sin venir avalados por nadie. En España la cultura de la recomendación se va imponiendo también poco a poco en los departamentos de recursos humanos. Debes aprender a recoger todos esos indicios que vas dejando a tu paso y que en caso contrario se acabarán perdiendo.
¿Cómo tiene que ser una carta de recomendación?. Sobre todo sincera. Si sólo se destacan aspectos positivos la credibilidad se resiente. Haz que la gente hable de ti lo mejor posible, pero si es de manera objetiva e incluyendo aspectos negativos la recomendación gana muchos puntos en el índice de credibilidad. Además si es para el extranjero la recomendación es que se haga en el idioma del país, si lo dominas, o en su defecto en inglés. Modelos hay miles, pero todos son parecidos. Si haces una búsqueda por "Recommendation Letters" en la red te saldrán centenares de resultados, pero es mejor que sean lo más realistas y originales posibles.
Pídesela a todas las personas que creas que han tenido relevancia en tu carrera. La mayoría de personas te responderán positivamente, pero es posible que muchas veces te digan que no saben como hacerla. No pasa nada: hazles un borrador bien pensado, realista y diferente, enséñasela y diles que la modifiquen como crean conveniente. Hay que ponerlo fácil.
Otra posibilidad es dar un paso más allá de la carta y pedir referencias. ¿En que consiste una referencia?. Las personas que redactaron las cartas también pueden ponerse a disposición de tus futuros contratadores para hablar sobre ti, si son requeridos para ello. No debes incluir los nombres y datos personales de estas personas en el curriculum. Simplemente haz referencia a su existencia con un "referencias a petición" en el curriculum u ofrécelas cuando vayas al proceso de selección: si te las piden, ese será el momento de dar los datos personales, sea el nombre, la empresa, el móvil o el correo electrónico.
Las empresas utilizan estas referencias para corroborar los datos que aporta el candidato, una vez se está casi al final del proceso de selección, y en muchos casos puede resultar el paso definitivo para acceder a la empresa.
Si eres usuario de LinkedIn estarás pensando en la herramienta específica que existe en esa red social para pedir recomendaciones de tus contactos, y que las mismas aparezcan en tu perfil. Obviamente la efectividad de una recomendación de este tipo no es la misma, en parte porque se ha abusado demasiado de la misma en los últimos tiempos. Menos aún si son contactos con los que no has trabajado anteriormente. Pero, si no tienes posibilidad de obtener otros, pídelos sin miedo a los contactos con los que tengas más confianza. Recuerda que no hace falta tener muchas referencias, sino intentar que las que tengas sean buenas.
Imagínate el impacto que puede causar, en un proceso de selección, que digas al final de la entrevista: "Lo que le he comentado sobre mi perfil es estrictamente cierto, pero puedo poner a su disposición estas cartas o estas personas que corroborarán todo lo anteriormente expuesto". Touché.
Lo dicho: tienes que conseguir que tus contactos hablen sobre ti. Bien o mal, el caso es que hablen.