jueves, 29 de septiembre de 2011

Una sonrisa....por favor


“El…. final….del verano….llegó……y ……”. 
Seguro que todos recordamos aquella nostálgica canción de hace ya algunas décadas. (Bueno, si alguno de vosotros no sabe de qué estoy hablando, solo tenéis que buscar en Internet “el Dúo Dinámico” o preguntar a vuestros papis).
Al escuchar esta canción, nos da un poco de pena que se termine el verano porque todos asociamos esa época del año con descanso, tranquilidad….Parece que todo se paraliza en verano y es una excusa perfecta para no hacer nada y dejar a un lado los problemas y las obligaciones cotidianas.
Pero inevitablemente….el verano se termina y hay que volver “a la vida real”. Y con solo mirar un poco a nuestro alrededor ya sabemos que este otoño va a ser un poco duro. La situación actual no parece ser la más fácil para encontrar un buen empleo, para cambiar el que tenemos o incluso en algunos casos para llegar a fin de mes.
Pero desde aquí os queremos pedir “una sonrisa”. Sí, solo eso, una sonrisa. ¿Has probado a sonreír (pero de verdad, con ganas) cuando estás triste o deprimido?. Aunque parezca incompatible, al sonreír ante los problemas estos se vuelven un poco más llevaderos, se ven de otro color.
Cuando todo -o todos- a nuestro alrededor parece triste, se agradece mucho que la persona que tienes al lado te regale una sonrisa. No se trata de hacer como si no pasara nada o aparentar que estamos estupendamente. No, no hablamos de eso.
Hablamos de dar y de recibir, en forma de sonrisa, ese apoyo que todos tanto necesitamos. De notar que alguien se esfuerza para que veamos las cosas un poquito más claras, o de sentirnos útiles con los demás con un sencillo gesto que no cuesta dinero.
Este “final del verano” que ya tenemos encima, vamos a ponernos como objetivo sonreír. Sonreír a los demás cuando nos piden algo, cuando vemos que lo están pasando mal o simplemente cuando queramos alegrar a alguien un poco el día. Y vamos también a abrir muy bien nuestros ojos para ver y sentir las sonrisas que los demás nos regalan. Que las hay, aunque a veces no nos percatemos de ellas.
Los científicos han demostrado que sonreír libera endorfinas, que son unas pequeñas proteínas producidas de manera natural por nuestro cuerpo. Muchas veces nos hemos encontrando disfrutando de una sensación de alegría, de felicidad, de ganas de vivir, sin encontrar una razón determinada. Aún cuando hayamos tenido un día complicado o una mañana agotadora, de repente nos sentimos inmersos de una sensación que no se puede describir. Pues eso es debido a las endorfinas que circulan por nuestro cuerpo. Y hay varias formas de poner en marcha la producción de endorfinas, pero de todas ellas, sin duda la más fácil de todas es sonriendo. Cuanto más, mejor. Así que, aunque solo sea por el beneficio personal que te produce, ¡SONRÍE, por favor!
¡Cuántas personas con cara de “enfadadas” nos encontramos todos los días! ¡Cuántas personas que no dicen “buenos días”, que no te mantienen una mínima conversación, que no te miran ni a los ojos, que contestan con un simple “sí” o “no”, que parece que se molestan si le dices algo, y sobre todo, que no te sonríen al hablar…..!. Esas personas, desde luego, te pueden amargar el día.
Como escribió Orison Swett (escritor de varios libros de autoayuda), La sonrisa es una verdadera fuerza vital, la única capaz de mover lo inconmovible”.
Por lo tanto, si sabemos esto, no nos convirtamos en esas personas sin sonrisa que nadie quiere tener cerca. Vamos a “mover lo que sea necesario”, “cambiar lo que haya que cambiar” poniendo en nuestra vida y en la de los demás una sonrisa. Seguro que si lo hacemos todos los días, sea cual sea nuestra situación personal, todos seremos un poco más felices.
Hasta los ogros, si se lo proponen, saben sonreír.


“Sonríe aunque sólo sea una sonrisa triste, porque más triste que la sonrisa triste, es la tristeza de no saber sonreír”

martes, 6 de septiembre de 2011

¡¡Vente al extranjero!! …

Está a la orden del día, tanto por los medios de comunicación como por los diferentes agentes sociales, el vendernos que la solución del desempleo es inmigrar al extranjero. Tanto nos lo están diciendo que parece hasta lo más normal del mundo y que si no lo puedes o no quieres te sientes presionado, obligado, forzado, por el entorno social.
Pero la pura verdad es que no todo joven recién titulado o profesional con poca experiencia tiene la obligación de irse al extranjero para encontrar un trabajo, primero porque este objetivo no está siempre garantizado, y segundo porque no todo el mundo está preparado para ello. Estas ideas son las que deben considerar aquellas  personas que se estén planteando este nuevo reto en su vida, ya que lo primero que tienen que tener en cuenta es si realmente es lo que quieren y si disponen de las herramientas, recursos y actitudes para hacerlo.
Una de las primeras cuestiones más importantes y fundamentales que nos debemos plantear es ¿qué nivel de idiomas tenemos? “¡Elemental querido Watson!” si quiero salir al extranjero debo conocer el idioma de ese país u otro con el que pueda hacerme entender en éste. En el caso de que nuestro nivel sea bajo, tendremos más dificultades para hallar un puesto de trabajo y nuestro primer periodo en tierras extrañas será más duro. Por tanto a lo mejor, uno se debe parar y reflexionar si será capaz de adaptarse y desenvolverse, y de las oportunidades reales que tiene con este hándicap, antes de partir.
Desde nuestro punto de vista, el siguiente paso sería elegir destino. Generalmente cuando uno se dispone a buscar empleo en el extranjero, se opta en la mayoría de las ocasiones por Europa, posiblemente por la cercanía, y principalmente por países de habla inglesa, por el hecho de mejorar el nivel de inglés que se posee, y porque mayoritariamente este es el idioma más demandado en el mundo laboral, reduciendo bastante las posibilidades. Pero os planteamos, tal vez ¿no sería mejor primero mirar cómo está el mercado laboral en los diferentes países, que tipo de ofertas se ofrecen en función de nuestro perfil, que requisitos solicitan para trabajadores de otros países, etc.,  y luego ver cuáles encajan mejor con nuestros perfil y objetivos? … Está claro que la situación económica en el mundo está pasando por un mal momento, por ello una búsqueda de información y de datos concretos nos pueden ayudar a elegir un destino ajustado a nuestras necesidades y capacidades, y por tanto mejores resultados.
También es importante tener en cuenta el tiempo que consideramos adecuado que dure nuestra experiencia en el extranjero, porque ello también nos abrirá o cerrará puertas. Según una encuesta realizada por Trabajando.es y Universia, el mayor porcentaje de los encuestados con intención de viajar al extranjero en búsqueda de empleo, consideran que el tiempo de estancia en otro país debería ser mayor de un año, le sigue el grupo de los que piensan que de un año y un porcentaje más pequeño dice que sólo 6 meses y muy cercano aquello que  opinan que sólo tres meses. Nuestra opinión es que esto dependerá en función de lo que queramos obtener de esta decisión: irnos a trabajar, vivir otra forma de vida e involucrarse en la cultura de esa nación, aprender o mejorar un idioma, tener una nueva experiencia, una especialización, avanzar en nuestra carrera profesional, … Porque cada una de estas opciones requerirá mayor o menor tiempo, por ejemplo es obvio que en tres meses una persona no aprende un idioma, lo puede mejorar algo, pero no manejarlo.
Otro factor importante es la cuestión económica ¿disponemos de recursos para mantenernos en ese país hasta hallar un empleo? ¿Podemos vivir en ese lugar hasta cobrar nuestro primer sueldo? ¿Con el dinero que me pagan me puedo mantener? ¿Debería buscar financiación, alguna ayuda o trabajo temporal, hasta poder ser independiente en mi destino?... De nuevo una nueva cuestión decisiva para el paso a dar, y que en muchas de las ocasiones supone la barrera principal que nos impide marcharnos. Me gustaría detenerme en un aspecto, relacionado con este punto y que he podido observar y comprobar en mi experiencia profesional diaria, y es que muchos recién titulados consideran una gran inversión económica irse al extranjero a mejorar su idioma, a realizar unas prácticas o en búsqueda de un empleo, siendo reticentes a solicitar a sus progenitores esa financiación,  hecho que no sucede cuando el motivo es realizar formación de postgrado, que no tienen estas trabas y no lo consideran así. Vuelvo a insistir todo depende de tú objetivo profesional, de lo que tú quieras lograr.
No deberíamos dejar en el tintero el asunto de cómo hemos decidido irnos al extranjero: con una beca, trabajo temporal, trabajo profesional, formación de idiomas, a través de una empresa, por tu cuenta,… Porque cada una de estas opciones irá ligada a las decisiones anteriores, y algunas nuevas que surgirán de esta nueva alternativa; si por ejemplo, escojo irme al extranjero a través de una empresa que me busque el puesto y el alojamiento, el proceso será más rápido, cómodo, pero más caro.
Todo lo planteados es para llegar a una idea fundamental: “todo en esta vida requiere de esfuerzo, reflexión y trabajo”, aunque traten de vendérnoslo como la panacea, esta elección conlleva todo un proceso de búsqueda, preparación, información, motivación, capacitación, etc., que nos puede llevar a obtener el resultado deseado, o no. Por ello nuestra recomendación es que como cualquier actuación que vayas a realizar en el camino de tu objetivo profesional, que no te arrebates, eches el freno de mano y analices si es posible y cómo es posible. La ilusión, las ganas y la motivación son importantes pero no suficientes para lograr este fin, como hemos visto. Y no hay nada peor que poner todo nuestro entusiasmo en una meta que de antemano se sabe que es imposible conseguirla, porque las consecuencias son la frustración, desesperanza y el fracaso profetizado.

“Se alcanza el éxito convirtiendo cada paso en una meta y cada meta en un paso”