viernes, 24 de mayo de 2013

El arte de decidir

No hace mucho os hablamos sobre los errores . Hoy damos un paso más y hablaremos sobre cómo afrontar la toma de decisiones ¿Es un arte tomar decisiones? Si tomamos la primera definición de la palabra "arte" que aparece en el diccionario, "virtud, disposición y habilidad para hacer algo", sin duda. Y lo mismo que el arte, las decisiones pueden ser buenas, malas o regulares, acertadas o desacertadas. Nosotros que estamos en contacto diario con el mercado de trabajo manejamos una evidencia: saber tomar decisiones es una de las cualidades de los jóvenes universitarios mejor valoradas en un entorno complicado y cada vez más competitivo. Pero aquí chocamos con la peculiar cultura del fracaso en nuestra sociedad. Y es que en España, aunque casi nadie niega que el método de la prueba y el error es el más efectivo para aprender, equivocarse y fracasar está penalizado socialmente. Da lo mismo que se trate de un pionero emprendedor, de un aspirante a funcionario que suspende una oposición o incluso en una persona despedida por problemas financieros de su empresa. La persona queda marcada por el fracaso y no, como también podría plantearse, por lo que haya podido aprender y la experiencia adquirida en el camino.
Hace unos meses Mercedes Benz lanzó su nueva Clase A al mercado. Dentro de la campaña de publicidad española se elaboró el siguiente anuncio que probablemente recordaréis:


"Y ahora toca lo que sí hay que hacer". Así concluye el anuncio, pero en principio no finalizaba así. Tras una intensa campaña de críticas, amplificada por las redes sociales, la compañía optó por concluir con esta frase en vez de la original, que era : "todavía no sé lo que hay que hacer, pero empiezo a ser un experto en todo lo que no hay que hacer". Obviamente el mensaje resulta más positivo con la nueva frase, pero no deja de ser un intento de evitar toparnos con de nuevo con el perseguido "fracaso".
De esta manera ¿cómo podemos pretender que los jóvenes arriesguen? O dicho de otra forma, ¿cómo queremos que aprendan si no les está permitido equivocarse?. No hay duda: equivocarse es humano y puede tener ventajas. La historia de nuestro mundo es un compendio de actuaciones, errores, triunfos y fracasos. Como decía Winston Churchill, "el éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar".
Vista la negativa consideración social que tiene el fracaso, casi siempre equivocada, nos podemos plantear, ¿hay alguna manera de mejorar nuestras decisiones?. La respuesta es sí. Aún asumiendo que equivocarse no es malo, podemos mejorar considerablemente el porcentaje de éxito con unos sencillos consejos. Analicemos los posibles fallos y como mejorar la eficiencia a la hora de tomar decisiones profesionales: 
  1. La estrechez de miras. Tendemos a ver las decisiones en términos binarios. O blanco o negro, o sí o no, pero cuesta quedarse en un término medio. Ello provoca que nos perdamos muchas opciones. Pero esas opciones ni se plantean porque nos enfrascamos en nuestra duda. Por ejemplo un titulado que se plantea ¿estudio este máster o no?, puede estar días, semanas o meses reflexionando la decisión, sin ver que hay otras muchas opciones diferentes a estudiar un máster que podría tomar y que ni siquiera ha considerado
  2. La necesidad de justificar creencias. A veces el fallo consiste en que se hace un juicio de valor excesivamente rápido. A partir de ahí centramos todos los esfuerzos en buscar argumentos que justifiquen la decisión, que más bien es una creencia, en vez de sopesar alternativas. Una buena idea puede ser establecer hipótesis y pasarlas por algún sistema de prueba. Algo tan sencillo como una lista de puntos positivos y puntos negativos nos puede ayudar a tomar una decisión mejor.
  3. El manejo de las emociones. No hay que dejar que las decisiones se tomen en caliente, porque las emociones pueden jugar malas pasadas. Pensemos que las decisiones que se tomen ahora se ejecutarán en el futuro. Aquí podemos plantear un par de soluciones. Una es consultar a alguna persona cercana su postura sobre el tema. Si esa persona es experta en la materia o ha pasado por situaciones similares, mejor que mejor. La otra la podemos hacer nosotros mismos: pensar las consecuencias de nuestra decisión a 5 días vista, 5 meses vista y 5 años vista. Proyectar las diversas soluciones desde una perspectiva temporal nos ayudará a tomar las decisiones que más se ajustan a nuestros intereses. En cualquier caso, un poco de calma para decidir es imprescindible.
  4. El exceso de confianza. En determinados momentos creemos que sabemos todo sobre un tema, sin prestar atención a determinados aspectos que muy probablemente se nos escapan. Es imprescindible estar alerta siempre, por mucho que sepamos o creamos que sepamos. Las decisiones erróneas basadas en el exceso de confianza son las que más duelen, ya que atacan directamente nuestra autoestima. Además de evitar esta excesiva confianza, el mejor consejo que podemos dar en este caso es la de estar preparados para equivocarnos y que algo salga mal. La previa preparación mental para el fracaso nos lleva a asumirlos de mejor manera cuando llegan.

Seguro que hay más errores y muchas más técnicas evitarlos o minimizar sus efectos que aquí pasamos por alto. Es más, probablemente en alguna ocasión os habéis equivocado y con posterioridad fuisteis capaces de analizar qué ocurrió y cómo lo podríais haber solucionado de mejor manera ¿Nos lo contáis? Si tiene que ver con el entorno profesional perfecto, pero también muchos errores/soluciones del entorno personal se pueden aplicar a nuestra carrera. Esperamos vuestras reflexiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario